jueves, 26 de junio de 2008

DIOS TODOPODEROSO

Dios es un concepto teológico, filosófico y antropológico que hace referencia a una suprema deidad adorada por algunas religiones, en especial las de origen abrahámico y aquellas relacionadas. Su conceptualización ha sido tema de debate en casi todas las civilizaciones humanas.

El vocablo «dios» se escribe en español con mayúscula como sustantivo propio cuando se refiere a la idea de ser supremo de las religiones monoteístas, como son el judaísmo, el cristianismo, el islam y, quizá en menor medida, el zoroastrismo o mazdeísmo.

En la tradición cristiana, desde la Edad Media, Dios es objeto de estudio de la teología. Desde tiempos de Santo Tomás de Aquino (1225-1274), se asume que la existencia de Dios no es tarea comprobable por el método científico, sino que su existencia ha de demostrarse en el ámbito de la metafísica.

En el Islam, el Corán no discute en profundidad el tema de demostrar la existencia de Dios, ya que dice ésta es confirmada por el instinto humano puro y sano (así como por la mente no contaminada con «la impureza del politeísmo»). Más aun, la afirmación de la Unidad Divina, es algo natural e instintivo

A MODO DE DEFINICION

La definición más común de Dios es como ser supremo, omnipotente, omnipresente y omnisciente. Creador, protector, juez y, en algunas religiones, salvador del universo y la humanidad. No es posible definirlo como algo conocido y establecer una descripción exacta y certera, por lo que la aceptación de su existencia y presencia viene dada por cada individuo, basándose en alguna de las religiones del mundo o por experiencia propia. Sobre esta definición existen variaciones:

Dios como ser capaz de insuflar el aliento adecuado que permite a sus adoradores sostener el sistema de autogobierno que él mismo define en un compendio de leyes, normas y/o principios catalogados en una colección de libros definidos como sagrados por sus seguidores, y cuyos redactores humanos declaran haber sido guiados por la iluminación de ese Dios. Al insuflar ese poder, no causa sufrimiento añadido al sistema de vida rutinario.
Dios como ser capaz de someter voluntades.
Dios como algo supremo, pero no necesariamente como un ser.
Algunas ideas sobre Dios pueden incluir atributos antropomórficos: sexo, nombres concretos e incluso exclusividad étnica, mientras que otras ideas son meramente conceptos filosóficos.
La idea de Dios suele ir entremezclada con la definición de verdad, en la que Dios es la suma de todas las verdades. Desde esta perspectiva, la ciencia es sólo un medio de encontrar a Dios.
Existen divergencias al definir a Dios, bien como una persona o, más bien, como una fuerza o impulso impersonal. También son diversas las formas en las que se entiende que Dios se relaciona con el hombre y la apariencia que Dios tiene.
Algunas concepciones de Dios se centran en una visión de éste como una realidad eterna, trascendente, inmutable y última, en contraste con el universo visible y continuamente cambiante.
En algunas religiones y corrientes filosóficas, Dios es el creador del universo.
Algunas tradiciones sostienen que, además de creador, Dios es conservador (teísmo), mientras que otros opinan que Dios es únicamente creador (deísmo).
Principalmente, a Dios se le atribuyen omnipotencia (todo lo puede), omnisciencia (todo lo sabe), omnipresencia (todo lo abarca) y omnibenevolencia (es absolutamente bueno). Sin embargo, no todos afirman que Dios es moralmente bueno. Mientras que algunos consideran que Dios representa lo moralmente bueno, admitiendo que existe una definición objetiva de lo bueno y lo malo, para otros Dios está por encima de la moralidad, o la determina, de manera que es bueno lo que Dios quiere que sea bueno. No todos sus atributos concuerdan, apareciendo contradicciones que hacen a los críticos negar que Dios pueda tener a la vez los cuatro atributos indicados. Por ejemplo, se afirma que si Dios es el creador omnipotente, omnisciente y el único juez, entonces al crear a la humanidad, incluidos ateos y paganos, sabe cómo será su comportamiento y tendrá que enviarlos al infierno. Este Dios no puede, por tanto, ser bueno desde el punto de vista de todos los humanos, del mismo modo que algunos afirmarán que no todos los humanos son buenos desde el punto de vista de Dios. Éste, el problema de la existencia del mal, es uno de los obstáculos planteados por los escépticos para aceptar ese concepto de Dios. Los creyentes suelen alegar el «libre albedrío» de los seres humanos para explicar el mal en el mundo, aunque ese argumento no sirve para explicar el mal en la Naturaleza (aunque no está del todo definido el concepto de mal en la Naturaleza, pues existe el problema de que, si el bien y el mal es cuestión de opción hecha (por libertad o razonamiento), la Naturaleza carece de este tipo de opciones, simplemente es como es); y por otra parte, los críticos no consideran compatibles la omnipotencia y la omnisciencia de Dios con el libre albedrío, alegando que si Dios todo lo puede, intervenir implicaría obstaculizar la libertad del ser humano; o el saberlo todo implicaría también que no hay nada dentro de la libertad del ser humano que no esté previamente fijado y dicho. Al respecto de la omnipotencia, se contrapone la característica omnibenevolente de Dios, que al poderlo todo no necesariamente lo hace, sino que deja al ser humano actuar de acuerdo con la característica libre con que lo creó en un inicio y no interfiere, ya sea por apatía o placer (lo que de nuevo contradiría la benevolencia de Dios), o por respeto (nacido de su benevolencia) a la naturaleza con que fue creado el hombre.
La teología negativa (o vía negativa) aduce que no se pueden determinar afirmaciones concluyentes sobre los atributos de Dios, mientras que los agnósticos consideran que el limitado conocimiento humano no permite obtener pruebas concluyentes de qué o cómo es Dios. Algunas costumbres relacionadas con el misticismo establecen unos límites al poder de Dios, al considerar que la naturaleza suprema de Dios no deja lugar a la casualidad.
La concepción de Dios como ente individual es una característica del monoteísmo, pese a que no existe una definición exacta y concreta del monoteísmo. Las diferencias entre monoteísmo y politeísmo dependen de la tradición de los pueblos (ver Trinidad, Dualismo y Henoteísmo).
Algunos sostienen que tan sólo existe una única definición válida de Dios, mientras que para otros, cabe la posibilidad de que varias definiciones de Dios sean posibles a la vez.
Se puede construir una explicación sobre la existencia de Dios desde la Psicología, intentando establecer qué realidad externa se corresponde con su recreación mental. Así, a partir del estudio introspectivo de la consciencia, se llegaría a la conclusión de que ésta surge asociada a la experiencia de un cierto vacío. Por tanto, el vacío cósmico, mucho más puro y prácticamente continuo, llevaría aparejada una consciencia altamente desarrollada y unitaria. Es decir: Dios. El cual se expandiría en los confines de la existencia, ejerciendo una presión hacia el interior, sobre la materia, a la que mantendría reprimida; pese a ello, no se debería decir que Dios sea malo, ya que no podría dejar de expandirse, de perfeccionarse. Y puesto que nosotros sí somos capaces de contrastar las realidades más diversas, nuestro deber moral es suplir la falta de piedad de Dios y, a costa suya, aumentar el espacio disponible para la materia que nos rodea, elevar su nivel de consciencia.
Esta teoría encierra una aporía que es sostener un Dios en crecimiento, lo que sería contradictorio con la elemental concepción de que Dios o es infinito (por tanto no se expande) o no sería Dios. Además es una teoría que arroga funciones divinas al ser humano, el hombre sería el ser piadoso y Dios no. Ergo el ser humano estaría por encima de Dios, sería en efecto divino, ya que poseería el atributo de la piedad. Esto teológicamente constituye soberbia, que es la proposición del ser humano como ser por encima de Dios. Ver Teología

En las grandes religiones monoteístas judaísmo, cristianismo, islamismo, fe bahá'í y sijismo, el término «Dios» se refiere a la idea de un ser supremo, infinito, perfecto, creador del universo, que sería pues, el comienzo y el final de todas las cosas. Dentro de las características principales de este Dios Supremo estarían principalmente:

Omnipotencia: poder absoluto sobre todas las cosas;
Omnipresencia: poder de estar presente en todo lugar;
Omnisciencia: poder absoluto de saber las cosas que han sido, que son y que sucederán.
Postulan que Dios es un ser amoroso con su creación y justo. Por medio del Espíritu Santo, Dios puede instrumentalizar a personas escogidas para realizar su obra. Dios es además inteligencia y además puede expresar emociones como ira, alegría o tristeza.

El hombre puede hablar y comunicarse directamente con Dios, sin intermediarios, mediante la oración, puede recibir revelaciones personales, sabiduría e inteligencia adicional para entender los misterios de Dios. Dios además hace revelaciones a profetas, cara a cara, como es el caso de Moisés, Elías y otros profetas. La obra de Dios es dar a los hombres el regalo de la salvación y la vida eterna.

ETIMOLOGIA

En castellano, al igual que en las otras lenguas romances, la palabra «Dios» viene directamente del latín deus, ‘deidad, dios’.

Como curiosidad, podemos decir que es idéntica en pronunciación al griego Διός (diós), forma genitiva de Zeus (nombre del dios principal de los griegos). Incluso algunos filólogos consideran que la palabra latina deus proviene del griego Ζέυς (Zeus); aunque también es muy plausible que sea una simple variación fonética de θεός (theós), que significa igualmente ‘deidad, dios’.

El latín deus, en otras lenguas romances, derivó en deus (gallego y portugués), dieu (francés), dio (italiano) y déu (catalán).

Hay una serie de nombres de Dios en las lenguas indoeuropeas que se interpretan como derivadas de una única forma original, protoindoeuropea, Dyeus. Éste habría sido el nombre del Dios dominante del panteón protoindoeuropeo. Encontramos una forma próxima a la original en el sánscrito antiguo: deiw-os. El nombre aparece sistemáticamente asociado en la mayoría de los casos a p’ter, que significa padre. En el sánscrito tardío esta forma ha evolucionado a Dyaus Pitar. Entre las diversas derivaciones tenemos el griego Zeus Pater cuya forma latinizada es Iu Piter (Júpiter), y también la expresión latina tardía, nuevamente derivada del griego, Deus Pater, que en español evoluciona a ‘Dios Padre’. En las lenguas germánicas la palabra para designar a Dios tiene la raíz got-, de donde vienen god (inglés) o gott (alemán). De esta misma raíz podría derivarse el nombre del pueblo godo. El origen de la palabra gott es muy antiguo y solo pudo haberse originado de las lenguas germanas antiguas. Se origina del segundo participio sustantivado del indogermánico *ghuto-m, de la raíz verbal *ghau (‘llamar, hacer una llamada’). De esta manera, Dios sería ‘el ser llamado’.

El nombre Yahvé o su derivación Jehová proceden del hebreo yhwh y no guarda parentesco con ninguna de las formas indoeuropeas de designar al dios supremo. Yahvé es el nombre propio bíblico de Dios, mientras que para referirse a la divinidad de un modo genérico las lenguas semíticas poseen la raíz El, que ha dado lugar, entre otras, al árabe Allah o al hebreo Elohim.

USO DE LA MAYUSCULA

En castellano se refiere al dios del judaísmo, el cristianismo, el islam y, a veces, del hinduismo con letra mayúscula («Dios») como se hace con cualquier nombre propio. Pero también los pronombres y adjetivos relativos a Dios se escriben con mayúscula, como fórmula de respeto (cf. la segunda persona de cortesía en alemán, Sie, va siempre con mayúscula); por ejemplo, se escribe «el Señor», «Él», «Su», «Tú», «Vos», etcétera.

LOS NOMBRES DE DIOS


En castellano, el vocablo «Dios» se utiliza para referirse a la deidad suprema de las religiones monoteístas. Sin embargo, no siempre se traducen los nombres que en otras religiones designan al mismo Dios, o a un concepto semejante, sino que se citan en la lengua del país de origen. Algunos nombres que se refieren o se pueden referir al mismo Dios:

El tetragrammaton (‘cuatro letras’) Yhwh en fenicio (desde el 1100 a. C. hasta 300 d. C.), en arameo (desde el siglo X a. C. hasta el siglo I d. C.) y en caracteres hebreos modernosLos primeros nombres escritos de Dios que se conocen en la humanidad son Atum, Path y Ra.

Allāh (árabe; ha dado Alá en castellano), en el Islam. Aunque se suele creer lo contrario, no es un nombre propio sino la palabra «dios» en árabe. Con esta palabra, los arabohablantes (sean musulmanes, cristianos o judíos) se refieren al Dios único de las religiones monoteístas. Es la versión árabe del nombre semítico El, que ha dado lugar también al hebreo Elohim.
Cao Đài (vietnamita), en el caodaísmo.
Yavé o Yahweh (yhwh (יהוה) en hebreo) es el nombre original del dios creador, revelado por él mismo al profeta Moisés. Primeramente usado por las comunidades judías y luego por las cristianas. Suele traducirse como ‘el que es’ o ‘el que vive’. Esta grafía hebrea יהוה es conocida por el vocablo griego tetragrámaton. En el culto judío este nombre nunca se pronuncia aunque aparezca escrito en los textos religiosos, diciéndose en su lugar Adonai, que significa ‘el Señor’. Por el hecho que en el texto hebreo no hay vocales, no se sabe como pronunciar exactamente el Nombre (que los Sabios Hebreos trasmitían oralmente a sus alumnos) y por ello los hay que usan la trascripción de Yahveh mientras que otros utilizan el nombre Jehová, yuxtaponiendo las vocales de Adonai a las consonantes de YHWH. La práctica judía de sustituir el nombre divino por títulos como, se adoptó en copias posteriores de la Septuaginta griega, la Vulgata latina y en muchas otras traducciones, antiguas y modernas, por lo que hay traducciones al castellano de la Biblia que sustituyen el nombre hebreo por ‘Señor’. En 1611, la versión inglesa de la Biblia del rey Jacobo utilizaba cuatro veces el nombre de Jehová.
Elohim (del hebreo también), usado en la Biblia.
Santísima Trinidad (abarcando al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo), representa a Dios en casi todas las fes cristianas, aunque Padre y Yavé del judaísmo serían el mismo dios.
Amaterasu OoKamisama (天てらす大神様): ‘señor dios que ilumina el cielo’, en el shintoísmo de Japón.
Ameno minakanushi (‘señor dios padre celestial’) en el shintoísmo antiguo.
Avalokiteshvara (en sánscrito) según algunos budistas.
Ayyavazhi en el sur de La India.
Waheguru es el término del sijismo para Dios.
Teotl significa ‘dios’ en náhuatl (aunque se debe recordar que eran politeístas).
Anu es el dios supremo de la religión sumeria.
Jah —apócope de Yahvéh— es el nombre del dios de los rastafaris.
Igzi'abihier (literalmente ‘señor del universo’) en la Iglesia ortodoxa de Etiopía.
Jun (‘Señor’) en euskera.
Ngai es el nombre masai de Dios.
Niskam para los micmac.

HISTORIA DE EL MONOTEISMO

En el Oriente antiguo muchas ciudades tenían su propio dios local, aunque esta adoración de un solo dios no implicó la negación de la existencia de otros dioses.

El culto iconoclasta del dios solar egipcio Atón fue promovido por el faraón Akenatón (Amenhotep IV), que gobernó entre 1358 y 1340 a. C. El culto de Atón, el dios del sol, se cita a menudo como el ejemplo de monoteísmo más antiguo del que se tiene conocimiento y a veces se cita como una influencia formativa del judaísmo temprano, debido a la presencia de esclavos hebreos en Egipto. Pero aunque el himno de Akenatón a Atón ofrece evidencia fuerte de que Akenatón consideraba que Atón era el creador único, omnipotente, la adoración de otros dioses al lado de Atón nunca cesaron fuera de su corte, y los más viejos cultos politeístas pronto recuperaron precedencia.

VISIONES CONCEPTUALES HISTORICOS DE DIOS

En un principio en tiempos de la Grecia y Roma clásicas, se suponían unos seres sobrenaturales todopoderosos a los cuales hacían referencias en su arte (literatura, escultura, arquitectura).
El cristianismo introdujo el concepto de Dios observador como por fuera de nuestro mundo (a modo maqueta para Él), al cual miraba desde las alturas y se comunicaba en ocasiones directamente.
Galileo concretó el concepto por segunda vez al postular que no éramos el centro del Universo, sino que girábamos en torno al Sol. Ahora éramos vistos como dentro de un sistema complejo, y no como el centro de Su atención.
Más tarde cuando se comprobó la existencia de más cosmos y su inmensidad, surgen nuevos enfoques más cosmopolitas como el naturalismo, el deísmo y la abstención de religiosidad o espiritualidad.
El último concepto de Dios sería aquel que nace con el nuevo milenio: Dios lo es Todo. Desde los átomos, sus energías y toda la variedad de sucesos están controlados en Su perfección.
Podemos observar cómo a cada paso del hombre en su descubrimiento científico, cambia la visión de Dios.