jueves, 26 de junio de 2008

ETIMOLOGIA

En castellano, al igual que en las otras lenguas romances, la palabra «Dios» viene directamente del latín deus, ‘deidad, dios’.

Como curiosidad, podemos decir que es idéntica en pronunciación al griego Διός (diós), forma genitiva de Zeus (nombre del dios principal de los griegos). Incluso algunos filólogos consideran que la palabra latina deus proviene del griego Ζέυς (Zeus); aunque también es muy plausible que sea una simple variación fonética de θεός (theós), que significa igualmente ‘deidad, dios’.

El latín deus, en otras lenguas romances, derivó en deus (gallego y portugués), dieu (francés), dio (italiano) y déu (catalán).

Hay una serie de nombres de Dios en las lenguas indoeuropeas que se interpretan como derivadas de una única forma original, protoindoeuropea, Dyeus. Éste habría sido el nombre del Dios dominante del panteón protoindoeuropeo. Encontramos una forma próxima a la original en el sánscrito antiguo: deiw-os. El nombre aparece sistemáticamente asociado en la mayoría de los casos a p’ter, que significa padre. En el sánscrito tardío esta forma ha evolucionado a Dyaus Pitar. Entre las diversas derivaciones tenemos el griego Zeus Pater cuya forma latinizada es Iu Piter (Júpiter), y también la expresión latina tardía, nuevamente derivada del griego, Deus Pater, que en español evoluciona a ‘Dios Padre’. En las lenguas germánicas la palabra para designar a Dios tiene la raíz got-, de donde vienen god (inglés) o gott (alemán). De esta misma raíz podría derivarse el nombre del pueblo godo. El origen de la palabra gott es muy antiguo y solo pudo haberse originado de las lenguas germanas antiguas. Se origina del segundo participio sustantivado del indogermánico *ghuto-m, de la raíz verbal *ghau (‘llamar, hacer una llamada’). De esta manera, Dios sería ‘el ser llamado’.

El nombre Yahvé o su derivación Jehová proceden del hebreo yhwh y no guarda parentesco con ninguna de las formas indoeuropeas de designar al dios supremo. Yahvé es el nombre propio bíblico de Dios, mientras que para referirse a la divinidad de un modo genérico las lenguas semíticas poseen la raíz El, que ha dado lugar, entre otras, al árabe Allah o al hebreo Elohim.

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